Una toma de tierras abre puertas a la reforma agraria

Las ocupaciones de tierras por campesinos sin tierra y las luchas por la reforma agraria parecían "cosas del pasado", "conflictos superados", "hechos obsoletos" en América Latina. En Honduras, la realidad lo ha desmentido. Ésta es la historia de una buena noticia.
Ricardo Falla
En la medianoche del 14 de mayo, 700 campesinos del Aguán -costa norte de Honduras- ocuparon tierras del extinto Centro Regional de Entrenamiento Militar (CREM), consideradas por ganaderos y agricultores como propias. Después de muchos ataques armados de los ganaderos contra el campamento instalado por los campesinos ocupantes, el 27 de julio murió el ganadero Diógenes Osorto. La ocupación continuó. Esta es la historia de un hecho trascendental.
Tres veces trascendental
La trascendencia de esta ocupación de tierras se puede leer desde tres perspectivas. La primera es la de la historia. A toda persona que sepa de las guerras de Centroamérica en los años 80 le suenan las siglas CREM. Fue el Centro donde las tropas estadounidenses entrenaban a las tropas salvadoreñas y a los "contras" nicaragüenses en la lucha contrainsurgente. Hoy, esas tierras están ocupadas por campesinos, lo que constituye un acontecimiento histórico, simbólico y patriótico. La segunda perspectiva es económica y social. Con esta ocupación parece despertar en Honduras la aletargada y necesaria reforma agraria.

Esta toma podría hacer surgir en Honduras un modelo de relanzamiento de la reforma agraria como vía eficaz en la lucha contra la pobreza rural. El instrumento de la reforma agraria -desechado por fracasado, pasado de moda e ineficaz- puede ser retomado para que el campesinado salga de su postración y abandono. Adaptada a nuestras culturas y a las necesidades del campesinado, la reforma agraria podría resurgir también en otros países. La tercera perspectiva es geopolítica. Las tierras del CREM, en la costa atlántica del departamento de Colón, se encuentran en un corredor del narcotráfico. El apego a estas tierras que tienen sus ocupantes ilegales -los ganaderos- y la impunidad que cubre las transacciones de tierras en esta zona encubren "movidas económicas" impresentables. La lucha del campesinado no es sólo contra ganaderos y agricultores locales, sino -como nos decía un dirigente del movimiento campesino- contra "un monstruo".

Bajo la bandera nacional
Viajemos a la zona donde está el CREM. Subamos a un cerrito que le llaman El Mirador. Desde allí hay una buena vista del campamento de los campesinos que ocuparon las tierras. Los soldados que se ven en una cumbre ya no matan. En dirección Norte está el mar, tapado por una pequeña cordillera. Los militares estadounidenses escogieron este lugar porque estaba muy cerca del mar y a la vez, protegido por esas elevaciones. Desde lo alto se ve la laguna de Guaymoreto, de agua dulce, con pescados de hasta un metro de largo. Acercándonos está una planicie. Son las tierras que los campesinos invadieron para recuperarlas. Más acá, al pie del cerro, está el campamento del MCA (Movimiento Campesino del Aguán), bautizado Guadalupe Carney, en recuerdo del sacerdote que trabajó en esta zona con los campesinos y fue desaparecido por el ejército en 1983, en la frontera con Nicaragua.

El campamento está formado por casi 700 ranchos techados de manaca, un tipo de palma, y cercados de la vena de esa palma. 636 familias (más de 5 mil personas), viven allí. Algunas desertaron después del enfrentamiento armado del 27 de julio entre campesinos y ganaderos. En medio del campamento, unos ranchos lucen techos que brillan con el sol de la tarde. Son las "oficinas" de los equipos en que se han organizado los campesinos. El más alargado es la escuela, con varias aulas de manaca. La escuela fue levantada sobre una base de cemento donde los militares hacían sus prácticas. "Aquí se enseñó a matar, ahora enseñaremos a vivir", dice una maestra. A la salida del campamento hay un campo de fútbol y una elevación con techos de paja. Al lado de la bandera nacional y de la bandera del MCA sesionan allí semanalmente los representantes del movimiento. En Honduras, cuando hay tomas de tierras urbanas o rurales, siempre se hace ondear la bandera nacional.
Ruta de droga y bananos
Siempre al Norte, pero más al oriente, a lo lejos, se ve una casa blanca. Es la finca Tumbador, propiedad del multimillonario Miguel Facussé, toda una mansión. Facussé posee tierras en los cuatro puntos cardinales del mapa hondureño. Tiene predilección por los lugares turísticos. Según cuando se mire hacia allá se puede ver salir del Tumbador una Pathfinder cuyo cromo reluce con el sol. Va saliendo por un camino de tierra. Dicen que es por ese camino por donde sale la droga que entra por la laguna de Guaymoreto o que baja en helicóptero o avioneta. No es seguro si haya allí pista clandestina para aterrizajes. La droga viene de Colombia. Pero para hablar de droga nos hacen falta datos.

Ese camino de tierra sale a la carretera pavimentada. Al lado, se ven dos elevaciones. Una más lejana, donde está acampado un pelotón de Cobras, enviados después del 27 de julio para mantener el orden. Algunos dicen que, más bien, llegaron para proteger la salida de la droga. En otra elevación más cercana está una casona de concreto. Pertenece al ganadero y ex-militar Henry Osorto, vocero de los ganaderos y uno de los más agresivos enemigos del MCA. De esa casa salieron los disparos en el enfrentamiento del sangriento 27 de julio. Osorto ha acusado al sacerdote jesuita Pedro Marchetti de ser el autor intelectual de la muerte de su hermano Diógenes y el agitador de los campesinos que le dispararon.

La carretera asfaltada se pierde al poniente hacia Trujillo. Es una importante vía de exportación. Avanzan por ella rastras cargadas de banano desde las plantaciones de la Standard Fruit del Alto Aguán. Se dirigen a Puerto Castilla. Esta carretera es importante vía de la economía exportadora. Aunque no vemos desde aquí la bahía de Trujillo, de noche se ve el resplandor de la ciudad. Tapan la bahía cerros estratégicos. Si pudiéramos, veríamos una maravillosa bahía con un potencial turístico fenomenal. Los ganaderos acusan a los campesinos de ser sólo vulgares vendetierras que han ocupado las tierras para después venderlas a empresas turísticas.

Al pie de El Mirador, al sur, del otro lado del campamento, se ven 100 casas recién construidas después del Mitch para familias damnificadas de Marañones, una aldea que se inundó, ubicada en los terrenos del antiguo CREM. Las familias de esta aldea no invadieron tierras. El gobierno les otorgó las que ahora ocupan. Fue un primer paso en el reconocimiento del derecho de los pobres sobre estas tierras y en contra del "derecho" que se arrogan los ganaderos.
El Movimiento Campesino del Aguán
Dos hechos apoyaron la formación del MCA. Uno, el espacio abierto por el gobierno del Presidente Flores al nombrar a principios de 1998 a Aníbal Delgado Fiallos como director del Instituto Nacional Agrario (INA). Delgado Fiallos tuvo suficiente respaldo para ir pensando en una nueva política agraria. El segundo hecho fue el huracán Mitch, que forzó a emigrar a mucha gente pobre que vivía en los cauces de los ríos y en otras zonas de alto riesgo. En diversos departamentos del país apareció una masa flotante de buscadores de tierra que fue captada por algunas organizaciones campesinas. El Aguán, el Mitch provocó también en la necesidad de organizarse en fórmulas nuevas de gestión para ayudar a la población. La diócesis de Trujillo, y en particular su Pastoral Social (PS), coordinada por el sacerdote Pedro Marchetti, jugaron en esta tarea un papel decisivo. En vez de los patronatos politizados, que han sido los brazos de la municipalidad, la Pastoral Social inició la organización en Comités de Desarrollo Local (CODELES), de los que hablamos ampliamente en el número de envío de mayo.

Ambas inquietudes se juntaron, la del INA y la de los sin tierra, apoyados por la PS y organizados en organizaciones campesinas nacionales. El 13 de abril de 1999 se creó el Comité Fundador del MCA, involucrando a la Asociación Nacional de Campesinos de Honduras (ANACH), a la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC), a la Asociación Campesina Nacional (ACAN) y a la Asociación Hondureña de Mujeres Campesinas (AHMUC). La Junta Directiva del Movimiento fue integrada con tres hombres y dos mujeres representantes de esas organizaciones. La tensión y la competencia que ha caracterizado a las organizaciones campesinas nacionales desaparecía por primera vez en este esfuerzo.

Muy bien organizados
El INA contribuyó a la investigación de la situación legal en que se encontraban las tierras del CREM, de las que se habían apropiado los ganaderos. El 4 de junio de 1999, el MCA le presentó al director del INA un proyecto para la recuperación de esas tierras. El INA realizó la primera inspección de campo de las tierras. Sin embargo, y a pesar de mucha buena voluntad de su director, el INA es una maquinaria pesada que cuesta mover y la tónica de otros ministerios no era de colaboración.

Después de un año de trámites infructuosos y ante la displicencia del gobierno, el MCA decidió tomarse las tierras. Durante todo ese año las organizaciones campesinas habían hecho y rehecho las listas de campesinos y campesinas sin tierra. La depuración de las listas excluyó al 40%, gente que no necesitaba tierra por no ser campesinos o por tenerlas ya o por haberlas vendido previamente. Con los incluidos se formaron más de 40 Empresas Agrícolas Campesinas, reconocidas por el INA. A la hora de la toma, la gente estaba ya organizada y sólo esperaba la voz para iniciarla.

No fueron los campesinos de las vecindades del CREM los que ocuparon las tierras. De la vecina comunidad de Marañones ninguno tomó parte. Las Empresas campesinas estaban organizadas en cuatro departamentos: Colón, Olancho, Yoro y Atlántida, y cuando se tomó la decisión de ocupar las tierras del CREM el 10 de mayo -anunciándolo a algunos funcionarios del gobierno en Tegucigalpa como signo de Jubileo del año 2000- los campesinos contrataron 50 camiones que debían juntarse en un cruce de caminos cerca del CREM a cierta hora del 14 de mayo para ingresar a medianoche en aquel lugar en donde hace años estuvo emplazada la base militar de los Estados Unidos.
¡A desalambrar!
Los ganaderos ya sabían de la toma y recibieron la caravana de camiones a tiros. Las Akas disparaban al aire o por sobre las cabezas de quienes pretendían entrar. Buscaban intimidar. Los soldados que cuidaban el antiguo CREM se resistieron durante unos momentos, pero no tuvieron fuerza para oponerse a los ocupantes, que desalambraron el terreno. Una vez que entró el primer camión entraron todos descargando a la gente con todas sus pertenencias. Estaba lloviendo y los niños lloraban. Enseguida levantaron champas de nylon y los que traían algunas hojas de zinc se cubrieron con ellas. Así amaneció el día de San Isidro, patrono de los campesinos, bajo cuya advocación, según algunos, se dio la toma.

Seguidamente, las Empresas (las bases), compuestas por 10-30 familias, comenzaron a levantar los ranchos de manaca que hoy se observan desde El Mirador y a ponerles venas (ramas) de palma africana a los lados, como paredes, amarradas con mecates de nylon. Al comienzo, cada casa albergaba a varias familias. Y cuando llegaban los periodistas, los "invasores" parecían poca gente. A los dos meses, ya cada familia tenía su casa y el campamento mostraba su real dimensión, revelando todos los problemas que acarrea la organización de tanta gente.
Un modelo de organización
Todo el campamento se organizó territorial y sectorialmente. Territorialmente por Empresas, que en reuniones de base nombraron su junta directiva, siendo uno de la directiva el representante de la empresa. Por esta vía, hay 43 representantes. Sectorialmente, por equipos. Constituyeron doce, cada uno con cinco o más personas voluntarias. Los equipos tienen un sistema de organización muy interesante.

El primer equipo es el de producción. Aunque es vital, no ha podido estar muy activo al no tener tierras recuperadas o libres del ataque de los ganaderos para trabajarlas. Sólo han sembrado 40 hectáreas de milpa y 5 de arroz dentro del área del campamento, y tienen más de 100 hectáreas preparadas a cierta distancia del campamento. Para cultivarlas los campesinos tienen que pasar frente a la casa de Henry Osorto y siempre reciben amenazas. El MCA ha ocupado del área del antiguo CREM sólo unas 50 hectáreas y todavía no tiene control sobre el resto, 5 mil hectáreas, extensión que piensan ir recuperando poco a poco.

El segundo equipo es el de logística, encargado de conseguir y repartir los alimentos. Tiene gran importancia mientras no haya producción. Se calcula que cada 10 días entran en las tierras alimentos por valor de 14 mil lempiras. Son el apoyo que brinda a los ocupantes la PS de la diócesis, la CNTC, varias ONGs, y en alguna medida el PMA, aunque se ha mostrado renuente.

El tercer equipo es el de disciplina, encargado de controlar las entradas y salidas de gente -no sólo de los socios- y de garantizar el orden y la convivencia. Está prohibida la venta de alcohol. El cuarto equipo es el de salud, encargado de atender a los enfermos o de buscar adonde llevarlos, y de gestionar la construcción de un centro de salud, un sistema de letrinas y el servicio de agua potable. Recientemente consiguió del SANAA (Acueductos y Alcantarillado) cinco bombas de mano para sacar agua de unos pozos que no son muy profundos y cuya agua no es limpia. El equipo está encargado de velar por la higiene, en especial en las letrinas, para que no apeste el lugar y no cundan las moscas que dañen los alimentos y enfermen a los niños, como sucedió al principio.

El quinto equipo es el de educación, encargado de apoyar la escuela con dos maestros pagados por el Ministerio -acompañaron la ocupación, pero no perdieron sus plazas- y con otros tres maestros y maestras populares para 500 niños y 18 círculos de adultos y adultas que estudian según el plan PRALEBAH, y para 30 personas que lo hacen con el método Maestro en Casa -educación radiofónica-.

El sexto equipo es el legal, encargado de la tramitación de la titulación de las tierras y la relación con el INA. El séptimo es el de información y propaganda. Lleva la documentación de la experiencia y procura comunicarla a los medios. También hacen mantas y afiches. El octavo equipo es el de artes y deporte, encargado de organizar fiestas, veladas, equipos y partidos. Hay dos campos de fútbol, el que fue del CREM y el que está a la entrada de las tierras ocupadas. El equipo noveno se dedica a la infraestructura y está encargado de la construcción de las casas y oficinas y de otras obras.
Democracia popular
El décimo equipo, uno de los más importantes, es el de seguridad. Usan armas convencionales. A medida que los conflictos con los ganaderos se agudizaron, el equipo fue haciéndose más numeroso y menos ágil a la hora de tomar las decisiones. Algunos de los ocupantes sirvieron en las Fuerzas Armadas y en el equipo existe un militarismo larvado. Este equipo funciona al estilo de las milicias populares que existían en los campamentos de zonas de guerra en otros países de Centroamérica. Organizan las rondas y postas nocturnas y dan la cara cuando hay amagos de invasión de los ganaderos o de sus matones a sueldo.

El equipo once es el de las mujeres, organizado tardíamente. Las mujeres tienen una milpa y un huerto que han hecho con la colaboración de los hombres. El equipo doce es el de la fe, organizado ya sobre el terreno, cuando los ocupantes se dieron cuenta de que entre ellos había muchas denominaciones y convenía un esfuerzo ecuménico. El miércoles hay una celebración a la que asisten fieles de diversas iglesias, y el domingo se reparten las horas. Piensan hacer un único templo, cerca de la escuela. "Sólo tenemos un Dios", nos decía uno del equipo.

Por encima de estas dos ramas organizativas, la sectorial y la territorial, está la Junta Directiva del MCA, con dos mujeres y tres hombres que pertenecen a diferentes organizaciones. Aunque tenían ya su propia identidad como organizaciones nacionales, han crecido poco a poco en su identidad como MCA. La reunión semanal que hacen bajo la bandera de Honduras y la del MCA, incluye, en teoría, a 60 personas, los 5 de la Directiva General, los 43 representantes de las Empresas y los 12 representantes de los equipos. Es en esta "asamblea" donde reside el verdadero poder del movimiento y donde se dirimen las tensiones entre equipos o entre empresas.
Ganaderos vs. campesinos
El MCA no se ha enfrentado con las Fuerzas Armadas o con la Policía. No está contra el Estado, sino contra los ganaderos y los agricultores que están en posesión de esas tierras y que alegan haberlas comprado a la municipalidad de Trujillo en 1991.

Desde que el MCA ocupó el terreno del antiguo CREM hubo amenazas y tiroteos. En julio, mientras el campesinado avanzaba en sus presiones para que el Procurador tramitara la nulidad de los títulos otorgados por la municipalidad, los ganaderos presionaban para que la Fiscalía de la República desalojara a los campesinos. El Estado no es monolítico. Durante ese mes, se dieron dos momentos de gran peligro previos al sangriento enfrentamiento del 27. El 8 de julio los ganaderos le prendieron fuego a un campo cercano al campamento, pero 400 campesinos, alistados estratégicamente, los rodearon, capturaron a 14 mozos de los ganaderos y les quitaron un fusil AK, tres pistolas, una ametralladora y doce machetes, que luego entregaron a la Dirección General de Investigación Criminal (DGIC). El 23 de julio hubo otro atentado en el que los campesinos capturaron a otros mozos y les quitaron tres armas de fuego.
Sangriento 27 de julio
El jueves 27 de julio, y desde la casa de Henry Osorto, se inició un tiroteo sobre los campesinos reunidos con el Fiscal, que pretendía desalojarlos. Los campesinos avanzaron hacia la casa de Osorto en grandes grupos y el hermano de Henry, Diógenes, salió de la casa huyendo con una AK en la mano y se adentró en una montañita como a cien metros de la carretera. Allí chocó con un grupo de campesinos, produciéndose el enfrentamiento armado en que murió. Los campesinos dejaron el cadáver allí tirado y la noticia de su muerte no se difundió. Más bien, en el campamento la "bulla" era que habían muerto en la carretera dos campesinos. Los ánimos estaban enardecidos de ambos lados.

El viernes 28 algunos campesinos intentaban trabajar en las tierras ya preparadas que están del otro lado de la casa de Henry, pero desde allí los hostigaron a balazos. En respuesta, los campesinos se tomaron la estratégica carretera a Trujillo. Henry creía que su hermano estaba muerto y ya enterrado en un lugar desconocido o que estaba secuestrado por los campesinos.

Esa noche fue muy tensa. En el campamento se temía que los ganaderos aprovecharan la oscuridad para entrar y quemar los ranchos y matar mujeres y niños. Entre los ocupantes hay 1 mil 500 niños y niñas menores de 5 años. Los ganaderos también temían que los campesinos llegaran a la casa a matarlos en la noche. El sábado 29, la DGIC, auxiliada de guías campesinos, encontró el cadáver de Diógenes Osorto y se lo entregó a su hermano. En el entierro, el hermano juró venganza. Así lo repitió cuando el cortejo fúnebre se topó en la carretera con algunos campesinos y miembros del SIRAINA (Sindicato de Trabajadores del INA). El ambiente de zozobra no bajó hasta que llegó al lugar una comisión de alto nivel nombrada por el propio Presidente de la República.

La Comisión de alto nivel no pretendía arreglar el problema de las tierras, sino asegurar un clima de tranquilidad para que no corriera más sangre. En Tegucigalpa los rumores eran que se había desatado una guerra civil en el Aguán. La Comisión la integraban el Ministro de Gobernación, la Ministra de Seguridad, el Director General de la Policía Nacional Preventiva, el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y el ex-Director del INA. No se incluyó al actual director del INA porque los ganaderos no lo consideran imparcial.
Escuchando a las partes
La Comisión se reunió por separado con los campesinos y con los ganaderos en la Base Naval de Puerto Castilla. Las partes se comprometieron a entregar las armas no permitidas por la ley, a no tomarse las carreteras ni realizar actos que perturben la paz, a mantener las posiciones territoriales que tienen -se excluyen los desalojos-, a bajar el tono de las declaraciones y acusaciones y a ajustarse al imperio de la Constitución y de la Ley. Las autoridades establecerían puestos de protección en los lugares estratégicos y los cuerpos policiales investigarían la muerte de Diógenes Osorto. La Comisión informaría al Presidente y daría recomendaciones para resolver el conflicto agrario, "mediante la adquisición de tierras y titulación de las mismas". La Comisión también oyó a la Presidenta de la Cámara de Comercio, al sacerdote Pedro Marchetti, a los alcaldes de Tocoa y Trujillo y a otras personas.

Historia legal de estas tierras
El problema legal de estas tierras no se comprende sin volver la mirada a la historia reciente. La Diócesis de Trujillo publicó el 1 de septiembre un pronunciamiento pastoral con los principales hitos de esta historia.

En 1977 un tal Temístocles Ramírez, ciudadano estadounidense de origen puertorriqueño, compró 5 mil 700 hectáreas en la costa del departamento de Colón en flagrante violación a la Constitución (artículo 107), que prohibe que los extranjeros puedan ser propietarios ni de territorios costeros ni de zonas fronterizas.

En 1983, los Estados Unidos exigieron estas tierras para instalar el CREM. El gobierno de Honduras, coherente con su decisión de convertir al país en una plataforma de contrainsurgencia, se las expropió a Temístocles Ramírez.

En 1987, Temístocles apeló al gobierno de los Estados Unidos, exigiendo una indemnización por "sus" tierras. El 29 de junio de ese año, la Cámara de Representantes de Estados Unidos acordó reducir en 17 millones de dólares un préstamo a Honduras de 51 millones hasta que el gobierno hondureño le pagara a Temístocles esa suma millonaria. De esta forma, el gobierno de Honduras endeudó al pueblo hondureño para ceder a los militares norteamericanos el usufructo de las 5 mil 700 hectáreas del CREM. La realidad es que esas tierras fueron compradas con deuda externa. Las tierras quedaron tituladas como tierras fiscales a nombre del Estado de Honduras.

En 1991, el gobierno de Honduras proclamó la nueva Ley de Municipalidades, según la cual (artículo 68), se permitía a los municipios vender todas las tierras no tituladas. La municipalidad de Trujillo vendió las tierras del CREM -ya desmantelado- a ganaderos locales por sólo 20-30 lempiras la hectárea. Así, lo que al gobierno le costó 17 millones de dólares, lo vendió la municipalidad por menos de 50 mil. Fueron ventas ilegales porque las tierras del CREM no eran ejidales ni nacionales (sin título), sino tierras tituladas a favor del Estado.

En 1993, a petición del Congreso, la Procuraduría traspasó formalmente estas tierras al INA para que las distribuyera entre campesinos y campesinas sin tierra. No hay duda de que los ganaderos están poseyendo ilegalmente tierras que pertenecen al Estado de Honduras y que tienen un fin específico: dotar de tierras a beneficiarios de la reforma agraria.
Habla la Iglesia católica
En el conflicto, la Iglesia católica ha hecho públicamente demandas muy concretas. Al Estado le pide que no demore más la rectificación de la venta fraudulenta de las tierras del antiguo CREM. A esa demora se debe el lamentable enfrentamiento en que Diógenes Osorto perdió la vida. El gobierno debe indemnizar a los ganaderos, primero que nada a quienes están ubicados más cerca del campamento y son el origen de la violencia. La indemnización no significa comprarles las tierras, sino pagarles por las mejoras que hayan hecho: cercos, potreros, casas, siembras de palma africana -lo más costoso-. Las mejoras pueden haberles costado unos 60 millones de lempiras. Hay dos vías para la rectificación de las ventas fraudulentas, la administrativa y la judicial. La administrativa es rápida, inmediata. La judicial es muy lenta. Hay que recorrer ambas. Con la vía administrativa se asegura la posesión de las tierras al MCA.

Al INA, la Iglesia le pide que adjudique inmediatamente por la vía administrativa al MCA las tierras que no tienen mejoras significativas. Y que indemnice a los ganaderos. Sería un primer paso y para darlo no hace falta mucho dinero. Con este paso, el MCA puede comenzar a producir y puede aspirar a un proyecto de vivienda definitiva con los servicios básicos necesarios.

A la municipalidad, la Iglesia le pide que anule las actas municipales que autorizaron la venta de las tierras del CREM. Y a la Procuraduría, que dé curso a la solicitud de nulidad de los documentos en que se sustenta ante los tribunales correspondientes la venta ilegal de las tierras. Es ésta la vía judicial, que puede durar varios años.
La hora de la Reforma Agraria
La experiencia del CREM nos está mostrando que la reforma agraria es posible y necesaria en Honduras. Primera razón. La movilización de 700 familias desde cuatro departamentos del país, con una coordinación exacta y sin ayuda de vehículos del Estado, ha demostrado que existe entre los pobres una fuerza muy grande que los hace capaces de cualquier sacrificio y cualquier lucha por conseguir un pedazo de tierra. Al contemplar el asentamiento, un alto dirigente de la CNTC dijo que nunca se había visto nada igual en Honduras. En 1975 hubo grandes movilizaciones de campesinos organizados por el Estado hacia el Aguán y hacia Nueva Palestina en Olancho, pero nunca se había visto una movilización del campesinado apoyado sólo por la sociedad civil.

Segunda razón. Aunque la movilización quiso ser frenada por el gobierno, existe ya en el Estado la apertura necesaria para relanzar la reforma agraria. El Ministro del INA ha sido insobornable en la investigación de la ilegalidad de los títulos de los ganaderos y ha respaldado ante el Presidente de la República el derecho de los campesinos a estas tierras. El mismo Ministro dijo el 24 de agosto ante el presbiterio ampliado de la Diócesis de Trujillo que el CREM será el punto de partida para relanzar la reforma agraria. Hay también apertura en otros ministerios o dependencias estatales. Hasta los Cobras muestran simpatía hacia los campesinos.

Tercera razón. Existe apoyo internacional. La Iglesia, con el movimiento del Jubileo; la FAO, reconociendo que cada vez más gobiernos están abogando en América Latina por una reforma agraria; el PNUD, hablando de la necesidad de luchar contra la pobreza y por el acceso a la tierra; funcionarios del Banco Mundial, técnicos y consultores de los organismos internacionales, convencidos de que hace falta ofrecer una solución a las 300 mil familias hondureñas sin tierra o con menos de una hectárea. Son pruebas de un aire nuevo y propicio para relanzar la reforma agraria.

Debe ser un nuevo tipo de reforma agraria. Que combine al Estado con el mercado. Que combine la distribución de tierras ilegalmente tituladas con la distribución de tierras del fondo de tierras compradas. Que combine las fuerzas de la sociedad civil, de las ONGs y de las Iglesias, con las fuerzas de los ministerios. Que combine la planificación a nivel nacional con las movilizaciones locales espontáneas. Experiencias como la de la toma del CREM, estudiadas y fortalecidas cuidadosamente, pueden darnos la pauta de por dónde debemos empezar a pensar y a actuar para abrir horizontes a los pobres rurales.