Un mes sin Berta. Un mes con Berta. Nos levantamos en distintos
rincones del planeta, y decimos: “Todas somos Berta”. En distintos
idiomas repetimos: “¡Berta vive! ¡La lucha sigue!”. Y mientras
tanto… la suprema injusticia sigue tejiendo telarañas para ocultar
la verdad del crimen de la hermana del COPINH, la hija del pueblo
lenca, la compañera de todos los pueblos en lucha.
Las mujeres lencas, las copinas, las que aprendieron con ella la
audacia y el coraje, pierden la paciencia y se toman el Ministerio
Público. Lo manchan con tinta roja. Roja, como la sangre de Berta,
dicen.
Un mes sin Berta. Un mes con Berta. Cuesta dormir. Una y otra vez me
sobresalto. A esta hora, los sicarios entraban a su casa. A esta hora
disparaban. Berta nos pide: “¡Despertémonos humanidad! ¡Ya no hay
tiempo!”… Te pienso Berta en la madrugada. A esta hora te
multiplicaban. Las balas te nacían como conciencia nuestramericana.
Un mes sin Berta. Un mes con Berta. Salimos a las calles. Pintamos su
nombre. Les pregunto compas ¿Qué es lo que decimos, exactamente,
cuando decimos, que “todas somos Berta”? ¿Qué significa esta frase en
nuestra vida cotidiana? ¿A qué cambios nos obliga decir que todas
somos Berta? ¿Qué alteración de nuestra rutina y de nuestros modos de
ser y de estar en el mundo estamos dispuestas a realizar?
Escribo contra la ritualización de la muerte. Escribo contra la
naturalización del crimen. Escribo contra la comodidad de pensarnos
Berta, sin saber los riesgos de asumir plenamente su lucha. Porque
decir que “Berta vive y que su lucha sigue”, es importante y
necesario, siempre que no sea una frase tranquilizadora de la rabia y
del dolor.
Quienes hemos caminado con Berta, sabemos que nada más lejano a la
tranquilidad era andar rondando el mundo con ella. Es que si el ritual
no significa cambios nuestros, revoluciones nuestras, más que la
emoción con que pronunciamos su nombre ¿será que somos todxs Berta?
Un mes sin Berta. Un mes con Berta. Me pregunto… si es verdad que
Berta está sembrada como la sentimos en nuestra tierra ¿quién defiende
esos territorios, quién los riega, quién los cuida?
y también me pregunto ¿Cómo haremos justicia para Berta? ¿O creemos
que la hará el criminal estado hondureño y sus instituciones,
responsables del dolor histórico del pueblo lenca, y de los pueblos
indígenas, garífunas, negros de Honduras? ¿Cómo haremos para que no se
tergiverse la memoria de Berta, de acuerdo al interés de que su figura
extraordinaria encaje en los moldes de los que siempre se escapó?
¿Cómo hacemos para que no la encierren en una historia sin conflictos,
esos que una y otra vez la tuvieron como protagonista? Porque Berta no
sólo se enfrentó a DESA, a SINOHYDRO, al proyecto Agua Zarca, a las
transnacionales, al gobierno golpista, a los militares, a los
paramilitares. Berta se enfrentó también a quienes institucionalizan
las políticas de las izquierdas con las lógicas del poder, se enfrentó
a los modelos de familia patriarcal donde quisieron asfixiarla, se
enfrentó a quienes se dicen compas, pero ejercen la violencia contra
las mujeres, se enfrentó a los aliados que no respetaron la autonomía
del COPINH.
Berta era una bruja mayor que eligió enfrentarse a los poderes
colonizadores de nuestros cuerpos y territorios, al poder capitalista
patriarcal, a los prejuicios… Y pagó por ello con muchos dolores y
pérdidas.
Me pregunto, todavía, si no es necesario incomodamos cuando decimos
que todxs somos Berta, y con esa incomodidad salir a la calle, para
rebelarnos frente a todas las injusticias, como lo hizo ella, que fue
guardiana del río Gualcarque, pero también fue la voz que alertaba
sobre distintas opresiones e injusticias. …
“Vea compa, qué hacemos por las mujeres de Kurdistán, vea qué linda
esa revolución … vea compa, que nos vamos para Colombia que las
están matando a las hermanas… vea compa, la llamo desde el Aguán…
vea compa, que nos vamos para Río Blanco… avise compa, que los
malditos vienen por nosotrxs”…
Un mes sin Berta. Un mes con Berta. La herida duele. No es flojera
decir que duele mucho. Es sentir la soledad inmensa que deja su
ausencia. Porque Berta nos falta aunque todas seamos Berta. Porque la
hermana, la compa, era una, y era especial… por eso la rabia
inmensa, las lágrimas y las voces que se multiplican en el mundo.
Cuando hoy decimos que todas somos Berta, estamos hablando -yo creo-
de un cuerpo colectivo en rebeldía… Pero sin embargo, ese cuerpo
tiene que seguir rehaciéndose en revoluciones. Porque a ese cuerpo
colectivo en el que todas somos Berta, le falta Berta. Es una dura
batalla contra la adaptación, contra la desesperanza, contra el miedo,
contra la resignación, contra la burocratización de los sueños
revolucionarios, contra el olvido
Un mes sin Berta. Me corrijo. Un mes con Berta. Me repito. Un mes sin
Berta. Me pregunto. ¿Será verdad que todas ahora, seremos Berta? Me
respondo. La lucha de Berta vive y sigue. En el río Gualcarque, que
todavía corre libre en Río Blanco. En el pueblo lenca, que la llora y
la continúa en su lucha. En las hijas y el hijo de Berta, donde vemos
asomar sus enseñanzas, sus palabras de todas una vida, su mirada
clara, su espíritu guerrero. En mamá Bertha, quien se sostiene firme
en sus tantos años para exigir justicia. Y en nosotras, hermanas de
andar, feministas insurrectas, autónomas, solidarias desde siempre,
que tenemos la piel herida de los pueblos, y el corazón corriendo
rápido como el río.
Un mes sin Berta. Un mes con Berta. Sabemos que no descansás hermana.
Que exigís que los pueblos se despierten. No para jugar los juegos del
poder, sino para hacer las revoluciones que nos faltan.
Claudia Korol
Abril 2016